Existe en la mitología
griega un personaje llamado Asterión, nacido de la zoofílica y extramatrimonial
unión de Pasifae, esposa de Minos y un gran toro blanco salido del mar.
No es este el sitio para
relatar en detalle los porqués de esta extraña unión, pero para situarnos,
digamos que Poseidón, dios de los mares, le hizo un favor a Minos (que también
era hijo de dioses, sus padres eran Zeus y Europa) y a cambio le entrego un
toro blanco que el debía sacrificar.
Minos, impresionado por la
enorme belleza de la bestia blanca, sacrifico otro toro y escondió el gran
semental blanco entre sus otros toros.
Poseidón, vióse afrentado y
como castigo hizo que la esposa de Minos, Pasifae, sintiera una atracción tan… “bestial”,
que con la ayuda de Dédalo, construyeron una vaca de madera, que convenientemente
envuelta en piel de autentica vaca sirvió de tálamo para la pecaminosa unión
entre Pasifae y el gran morlaco albino que, engañado por el convincente disfraz
de una hembra de su especie, entró al trapo, por usar una expresión acorde con
su raza.
De esta unión, nació
Asterión, mas conocido por el Minotauro (Toro de Minos) .
El chaval, les salió un
poco extraño, ya que había heredado entre otros atributos la gran cabeza
cornuda de su padre y adolecía del defecto de que solo comía carne… humana, por
lo que a no mucho tardar, se convirtió en un problema, ya que, según crecía, se
hacia más salvaje y requería más comida.
Cuando la situación se hizo
insostenible, de nuevo Dédalo intervino y construyo el laberinto de los
laberintos, el Laberinto del Minotauro, gigantesca construcción de caminos
entrecruzados en todas direcciones, de los cuales, solo uno de ellos conducía
al centro del mismo.
Y allí encerraron a Asterión
para que no causara, digamos, daños colaterales.
Claro, había que alimentar
a la quimera y para ello, periódicamente (no esta claro si era una vez al año o
una cada nueve años), se llevaban al laberinto a siete jóvenes varones y siete
doncellas, todos ellos vírgenes, por supuesto, ya que entonces pensaban, (y aun
hoy algunos personajes lo piensan), que la calidad de la carne que no ha
conocido carne es mucho mejor y saludable…
Esto duró hasta que en ocasión
de la tercera comilona preparada para Asterión, (luego no sabemos si fue al
tercer año o al vigesimoséptimo, aunque todo apunta a que era el vigesimoséptimo)
entró en el laberinto Teseo, por causas que no voy a explicar, por que sino
este relato se haría inacabable, con el firme propósito de matar a la bestia
y para encontrar la salida, fue
desliando un ovillo de hilo que le serviría de guía una vez terminada la faena,
utilizando de nuevo un termino taurino.
En Europa (la nuestra, el
continente, no la madre de Minos), con la moneda única, tenemos un problema
similar al que tuvo Minos con Asterión.
La voracidad del Euro, esta
acabando con la sociedad del bienestar, y cada vez exige más sacrificios a los
ciudadanos, que nos encontramos metidos en un laberinto sin salida (aparente,
ya que seguro que hay un camino, aunque solo sea uno, que lleva hasta ella).
Antiguamente, antes de la
moneda única, (que no única moneda) cuando en un país las cosas no iban del
todo bien, cuando de repente la balanza de pagos se descompensaba, era habitual
utilizar un truco, que conveniente y temporalmente usado servia para conseguir
el reequilibrio, sin pedir grandes esfuerzos a sus ciudadanos.
Eran otros tiempos y
devaluando la moneda en curso, se conseguía convertir lo malo en bueno, creando
un diferencial con respecto a otros países que hacia que el devaluado fuese
atractivo para olas inversiones.
Hoy, con esta nuestra
moneda única, que con tanto fervor acogimos (aunque de hecho, abrazar Europa
fue una devaluación encubierta, y lo que costaba veinte duros paso a costar
ciento sesenta y seis pesetas), tenemos el problema de que ya no podemos
devaluarla, ya que debiera ser una decisión tomada por todos los países que la
conforman, y el desequilibrio entre el centro y norte de Europa con los países
de la periferia hace que esto sea impensable.
La globalización, aun
teniendo aspectos positivos, y sobre todo la deslocalización industrial, hace
aun más difícil el tema.
Si un inversor encuentra
facilidad para fabricar en países tercermundistas, con mano de obra muchas
veces esclava e infantil, a costos de risa y con aranceles prácticamente inexistentes,
difícil será convencerlo para que industrialice sus productos en nuestra piel
de toro.
La consecuencia de ello es
que hoy, para crear el mismo tipo de atracción por nuestro país, o por
cualquiera que pretenda atraer inversión, lo que devaluamos es la mano de obra,
a los ciudadanos, convertimos al obrero en mano de obra barata y fácilmente manejable,
les damos bajos salarios y poca seguridad en el puesto de trabajo.
De esta manera, los grandes
inversionistas, los que de verdad manejan el cotarro y los que tienen de
momento el ovillo en las manos son los que se sienten atraídos, los que compran
nuestra deuda, los que ganan ingentes cantidades de dinero, siempre en euros, a
cambio de nuestra precariedad laboral, de salarios casi inhumanos en comparación
con los de países ricos, de la destrucción de
los derechos ciudadanos y de la miseria y la pobreza del pueblo.
Esta es la verdadera maldad
de la moneda única. Ahora lo que pierde valor es el hombre, y así se pensó por
sus creadores, casi con tanta maldad como la puesta por Poseidón para el
encuentro “amoroso” de Pasifae y el Toro.
Hoy, cual Teseo, deberíamos
coger el ovillo, para no perder el rumbo de vuelta, y pelear contra la gran bestia
cornuda que exige tantos sacrificios, que devora hombres, mujeres y niños, sin
importarle siquiera si somos vírgenes o no.
Evidentemente no tienen el exquisito
paladar del Minotauro, pero son igual de bestias.
La pérdida de derechos, el
paro desmedido, los putos recortes, la derechización de la sociedad, son
nuestro verdadero laberinto.
Hay que matar a la bestia.
Abandonar el Euro, moneda
maldita, es la solución.
Negarse al sacrificio…, insisto, matar a la bestia…
Buen ovillo nos va a hacer
falta para salir de este laberinto
Jose Ramiro, bloguero
Totalmente de acuerdo. Hay que recoger el ovillo y volver hacía la salida del euro. Pero a la bestia ya te la puedes cargar antes: NO PAGANDO LA DEUDA! @AndreDSouto
ResponderEliminarYa lo he sugerido alguna vez...
EliminarTe Entiendo, pero creo q nos hiria muy mál si salieramos de Euro, entonces sí q nos comeriamos unos a otros, es mí Opinion @jatilanomm
ResponderEliminarSi, no sería buena cosa salir del Euro, pero... ¿nos iría mejor quedándonos dentro?... Creo que no. Salir del Euro traería problemas, pero no mayores que los que estamos soportando ahora.
EliminarDel mismo modo que cuando alguien presenta una Moción de Censura hacia el Presidente ha de presentarse un candidato para que los demás puedan saber a dónde se va tras el cambio no vaya a ser que se fuera a peores. Una vez salidos del €uro, qué hacemos, compañero, cuáles van a ser las consecuencias. Un saludo y espero tu respuesta.
ResponderEliminarNo hay consecuencias indeseables Pilar, o al menos no mas indeseables que quedarse dentro. España es un país, productivamente hablando, lo suficientemente fuerte para no depender de una moneda que lastra nuestra productividad haciéndonos pagar muy cara la financiación conseguida; por otra parte, la dependencia española de Europa no es tan importante, y nos manejamos muy bien en las economías emergentes y en el centro y el sur del continente americano, donde nuestras cifras de negocio son enormes y muy seguras. El paro, como parece demostrarse por la subida imparable del mismo, viene causado por las políticas de austeridad que nos vienen impuestas por la pertenencia a esta moneda. La vuelta a una moneda nacional, llámala peseta o como quieras, nos permitiría asumir el pago de nuestra deuda externa en plazos mucho mas razonables y en condiciones negociables a la baja. la dependencia de la moneda única, condena nuestras políticas económicas a los designios de los países más ricos, por lo que salir, otorgaría a nuestro país una independencia absoluta para desarrollar las políticas que verdaderamente necesita. Desde esos países, se piensa mucho más en la fortaleza de la propia moneda, que por cierto todo apunta a que irá debilitándose en los próximos años, que a las necesidades reales de nuestra economía. Salir, no sería un camino fácil, pero seguir, conduce a un precipicio. Si permanecemos, nuestra deuda externa seguirá agigantándose (en los pocos meses de gobierno del partido popular, con la aceptación de las medidas impuestas por la Troika, la hemos duplicado prácticamente) y nuestra economía terminará colapsando, siendo incapaz de soportar la presión de los intereses generados y siendo incapaz de pagar. nuestro país es demasiado grande, económicamente hablando, para poder ser rescatados en su totalidad. Ese caso, que nos diferencia de economías como la portuguesa o la griega, sería un verdadero caos. Años de condena para salir del boquete que ello significaría...
EliminarHe escuchado a algún economista decir exactamente lo que muy bien has expresado. ¿Sabes? todo esto me horroriza, ver cómo sin beberlo ni tocarlo nos han metido en semejante desgracia y que vengan diciéndonos que es por nuestra culpa... me llena de rabia. Bueno, gracias por tu amabilidad. Te leo aunque no comente siempre. Un abrazo.
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