Los espías, los servicios secretos y las historias de 007 siempre me han parecido que no tenían más lugar en la vida real que en las páginas de esas novelas y relatos de acción que tantos buenos ratos nos hacen pasar.
Pero no es verdad, pululan
por nuestro alrededor, conviven con nosotros y conocen de nuestras vidas más
que nuestros propios familiares.
Basta con escribir unos
cuantos mensajes de correo que contengan cualquier palabra que al sistema le
parezca peligrosa (manifestación, revolución, terrorismo, pistola…), para que
salten las alarmas de las centrales de inteligencia de los países.
Sus “sniffers” (programitas
informáticos que andan por la red buscando esa terminología peligrosa y
cualquier otra que les parezca sospechosa) detectaran un posible brote de
violencia y empezarán a vigilarnos más de cerca.
Por nuestro teléfono “inteligente”
sabrán de nuestra derrota por las ciudades y pueblos, y por nuestras tarjetas
de crédito en que gastamos y en que sitio consumimos, y de una forma mas
ladina, a través de la cesión voluntaria que hacen los gobiernos de nuestros
datos, incluso de los más personales, sabrán de nosotros casi cada uno de
nuestros movimientos y conocerán cada una de nuestras inquietudes.
Esta mañana leía en alguno de
los periódicos que suelo hojear casi de madrugada que a un periodista que
viajaba desde España hacia Cuba, un funcionario de la embajada de Estados
Unidos le ha negado la tarjeta de embarque.
Sorprendentemente, me
entero entonces de que tenemos una especie de pacto con aquel país para cederle
los datos de los viajeros que saliendo de España se dirijan a cualquier país
cercano a estados unidos, para que ellos puedan evitar la posibilidad de que
secuestremos el avión y lo desviemos hacia su país y allí cometamos algún tipo
de atentado.
Fiscalizan así a todos los viajeros
que sobrevuelan cielo estadounidense o cercano y se reservan el derecho de
evitar que viajemos, sin más aviso, sin más protocolo.
Supongo, que sin llegar a los
extremos de sobreproteccionismo de Estados Unidos (hasta hace muy poco, había
que rellenar un folleto para entrar en el país donde te preguntaban, de forma
simple e idiotizada, si portabas armas, o si pretendías atentar contra su
presidente en vigor, como si los terroristas fueran tontos y contestaran siempre
con la verdad…), el resto de los países actuará de igual forma, conociendo al
detalle quienes somos, donde vamos, y mucho me temo que hasta por qué vamos…
Ese uso ilegal de nuestros
datos se va generalizando, y saltándose la ley de protección de datos, marcando
excepciones a la ley, hora por un tratado bilateral con otro país, hora por
necesidad de controlar la fantástica formula del copago farmacéutico, se van
cediendo de forma generosa a quien nada le importa ni quienes somos, ni donde
vamos, ni por que vamos y, como en el caso de las farmacias, nuestro nivel de
ingresos a nivel familiar.
En ese aspecto, los
gobiernos funcionan como los paparazzi de la prensa rosa y amarilla, olfatean
en nuestras mierdas para conocernos mejor, para controlarnos, para, aunque sea
de forma velada, cotillear en y de nuestras vidas.
Conocen así nuestras
tendencias políticas, nuestros hábitos de consumo, en que pasamos el tiempo
libre, nuestra fe, si es que profesamos alguna religión y hasta si somos de
misa dominical. El rastro informático que vamos dejando cada día en nuestros
correos electrónicos, en nuestros tweets y en nuestro perfil de las redes
sociales les entrega una foto cuasi perfecta de nuestras personalidades. Y buscan,
y encuentran, y confeccionan expedientes de cada ser sospechoso, y lo vigilan…
No es de sorprender en este
tipo de políticos, donde la vuelta atrás, a la mirada hacia una sociedad
controlada y obediente les viene de sangre… La confección de listas negras, tan
habituales en otros tiempos, mucho me temo que vuelve a la actualidad.
Hoy es el día “D”, 25 de
septiembre, y tenemos una cita para desmontar las estrategias de dominación de
estos.
Hoy tenemos una oportunidad
que seguramente no se va a repetir.
Hoy es el día de elevar la
voz, de que nos vean, de que noten nuestro hartazgo, de que comprendan que
andan en el camino equivocado, de que queremos salir de la crisis creciendo, no
enrocándonos en nuestras miserias, que si debemos, tendremos que pagar, pero en
plazos razonables y con intereses justos, que la deuda de los bancos es de
ellos y que queremos que sean ellos los que la paguen, que ya está bien de
recortes y ajustes, que no queremos perder el bienestar conseguido en tantos
años por el capricho de unos pocos, que necesitamos políticas activas de empleo
y protección para los millones de parados que no lo están por gusto, que queremos
una sanidad universal y leyes justas, que queremos una verdadera separación de
poderes y que el país sea realmente democrático, que necesitamos una
universidad que sea de todos y para todos y no para los favorecidos por el
dinero, que comprendan que la educación es el pilar del futuro de nuestro país,
que entiendan que ¡ya esta bien…!!
Día “D”, hora “H”… ¡Ojalá
lo entiendan…!
Jose Ramiro, bloguero
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