Hoy, en el congreso andan
divagando sobre la tan comentada ley de transparencia que debiera darnos a los
ciudadanos la posibilidad de conocer al detalle en que se gastan nuestros
dineros. Mas allá de los presupuestos, existen partidas presupuestarias mal
definidas, escondidas bajo nombres como indemnizaciones, compensaciones, etc,
que esconden un chorreo de fondos con un destino poco conocido y muchas veces
en dirección al bolsillo de nuestros representantes.
Desde ese punto de vista,
la ley de transparencia debiera aportar claridad, sacar esas cifras a la luz,
pero… una de las respuestas posibles que contempla la ley a las cuestiones que
plantee el pueblo es…el silencio administrativo.
Hecha la ley, hecha la trampa. Si pueden no
contestarnos y esa es la contestación, esto no es transparencia, es mas de lo
mismo es a lo que nos tienen acostumbrados, y seguirán ocultos los tejemanejes
de los corruptos, que solo llegan al oído del pueblo cuando algún descontento,
o mal pagado, que ya no me creo que sean golpes de honestidad, termina por irse
de la lengua, como con los viajes del personaje decrepito que controlaba el
poder judicial, el tal Divar, que tantos festines se ha pegado a nuestra costa….
Hoy, esta tarde, el
congreso se verá rodeado de aquellos que no entienden la gestión que esta haciendo
el gobierno de la situación por la que pasamos, por los indignados, por los
cabreados, por los desesperados, por los parados y los que quieren preservar
sus derechos y los de sus descendientes, por los descontentos con el reparto de
las cargas que propone el gobierno, responsabilizándonos a todos de la deuda de
los bancos y de las nefastas inversiones inmobiliarias que desarrollaron los
especuladores gracias a esa burbuja inmobiliaria, que se atreven a llamar
bonanza económica, y que pusieron en marcha los mismos que ahora nos gobiernan.
Estaremos todos, o casi
todos representados, ya que los que no podamos estar allí, estaremos dando,
desde donde nos encontremos, nuestro apoyo moral y público a quienes si puedan
estar.
Dentro, estarán los de
siempre, los del gobierno y otros representantes políticos salidos del ultimo
conteo de votos y que con ese beneplácito se han dedicado a incumplir de forma
escandalosa las propuestas que se contemplaban en sus programas, gobernando al revés
y oponiéndose también al revés.
Fuera, con el pueblo estarán
algunos de esos representantes, son los que de verdad están luchando por que el
país pueda salir de esta sin dañar a los que no tienen la culpa.
Los representantes que hoy
se queden dentro del congreso, estarán dando, de forma explicita, su voto de
favor al gobierno, ya que en situaciones como esta ya no hay posturas intermedias,
y o estas con el pueblo, o estas, como este gobierno, contra el.
Hoy, esos que se dicen oposición,
esos que dan voces con la boca pequeña desde su escaño, esos que utilizan los
desmanes del gobierno para hacerse fuerte en la próxima cita en las urnas, dando
la imagen de estar en contra de ciertas medidas, pero sin levantar la voz
demasiado, no sea que eso les quite votos, esos son los que debieran, haciendo
uso ejemplar del mandato de los votantes, ponerse a su lado, gritar como la
gente del pueblo, sentir como se siente el pueblo y no dar esa imagen nula, de
gente fría que no siente lo que sienten los que no están dentro.
María Dolores de Cospedal
compara la convocatoria con el 23F,
cuando los residuos fascistas del ejército quisieron arrebatarle el poder al
pueblo.
Se equivoca, es justo lo
contrario, y ahora es el pueblo el que quiere arrebatarle el poder a los
fascistas, a estos que ahora se apodan liberales, pero que esconden detrás de
ese nombre que tan bien suena las apetencias de una nueva dictadura, de una nación
de castas, de clases, de ricos y pobres, de hijos de papá e hijos del resto, de
siervos, de esclavos, de gente callada, de esos, que, eso si, con el truco del
almendruco y valiéndose de los votos de quienes creían en ellos, han dado el
verdadero golpe de estado, gobiernan a golpe de decretos e ignoran la voz cada
vez mas clamorosa del pueblo que les pide que se vayan
Cifuentes, la delegada del
gobierno que sospechosamente no encuentra a su marido, ha blindado el congreso
con barreras metálicas y un numero de policías desmedido (se habla de 1.300 efectivos
para proteger el edificio, con unos pocos que se dedicaran a buscar al marido
seguro que lo encontraban, porque estoy seguro que es que no han buscado bien) armados
y bien armados, parapetados tras sus escudos y con las porras prestas a descargarse
sobre cualquiera que se “desmande” y con los botes de humo y las pelotas de
goma bien a mano, pensando probablemente que si que es un golpe de estado el
que pretenden dar los manifestantes.
Todos los políticos (casi
todos) llaman a la calma… ¿Aun más calma? ¿Hasta cuando la calma? ¿Hasta que ya
no haya marcha atrás? ¿Hasta que de verdad aparezcan las cartillas de
racionamiento como solución al hambre? ¿Hasta que salga el ejercito a la calle
a salvarnos? ¿Hasta que la sucesión de barbaridades legislativas terminen con
nuestro país sometido del todo a los designios de la Europa del Euro? ¿Hasta que
seamos un vivo retrato de Gracia o de Portugal? ¿Hasta que la sanidad y los
hospitales caigan en manos de los amigos del marido de Cospedal? ¿Hasta que
nuestros hijos ya no puedan cursar estudios universitarios? ¿Hasta que los
brotes de racismo y xenofobia se conviertan en rutinarios? ¿Hasta cuando? ¿Dónde
esta el limite que debemos esperar para pedir a gritos que se vayan? ¿Acaso no
han demostrado suficientemente quienes son y que quieren del país? ¿No han
demostrado que lo único que les interesa es su beneficio personal y el de
aquellos cercanos que tanto quieren?
No, no puede existir calma
en momentos como este.
Es el momento de hablar, de
gritar, de no cejar en el propósito de que abandonen, de exigir un cambio
constitucional que no permita que nunca más nos veamos en estas y como estas.
Dentro estarán todos los
que representan esta vuelta atrás.
Fuera, los verdaderos
representantes del pueblo, los verdaderos dueños de este maltratado país,
aunque no nos oirán….
Jose Ramiro, bloguero
No.. No nos oirán. y lo peor es que ya no estamos indignados sino resignados.
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