Ayer, viendo al ministro Wert en televisión, desdiciéndose
de lo que anteriormente, con alevosía y nocturnidad había colado en el boletín
sobre las Erasmus, vi a un toro moribundo.
Aquel, que como los toros se crece ante el castigo,
ayer, mantenía la mirada baja, avergonzada, sin la altanería a la que nos tiene
acostumbrados, sumisa ante las ordenes, supongo de su jefe, que le obligaba a deshacer
el enorme despropósito de eliminar las ayudas, con retroactividad, a quien ya
las tenían concedidas.
La cara enrojecida, cabizbajo, con la mirada perdida
en suelo, un guión para el comunicado claramente preparado para intentar
lavarse las manos. Disculpas y vuelta atrás,
Se siente mal. No por haber intentado dejar sin ayuda
a los que ya la tenían, no por mantener subvenciones y ayudas a colegios que
separan a sus alumnos por sexos, como en las granjas de pollos, no por
favorecer claramente una educación alejada del laicismo, no por eliminar el
derecho a ser educados en la convivencia y la ciudadanía, no por equiparar la
"educación" religiosa a materias imprescindibles para la formación,
no por entrar en una lucha sin cuartel contra los programas de inmersión
lingüística, no por una ley de leyes para la educación inspirada desde el
clasismo, no por sus errores ni por sus maldades, no.
Se siente mal por haber tenido que rectificar, se
siente mal porque en el fondo no comprende como se discute una decisión suya,
se siente mal porque sus colegas ya también se “aWertguenzan” de sus actitudes
y sus desafíos. Por eso baja la mirada, por eso se sonroja.
Pura derecha descontrolada. Son como toros, pero sin
la nobleza que se le supone a ese bravo animal que solo daña por defenderse.
Embisten con saña, donde mas duele, con claros objetivos, vuelven la mirada y
dirigen su cornamenta hacia el mas débil, hacia el que no tiene resguardo,
mientras, aquellos para los que legisla, se protegen en los burladeros, y los
menos, lo ven todo desde los palcos presidenciales de sus respectivas plazas.
De verdad, no nos lo merecemos, ni a este personaje
ni a la camarilla de agradecidos que lo acompañan, curas y obispos, gestores de
colegios privados favorecidos por su leyes, en lo económico y en lo ideológico,
ministros que hacen novenas a vírgenes y piden milagros para solventar los
problemas de los ciudadanos.
Toros bravos aquí, pero simples vaquillas desmochadas
en Europa, vaquillas ante los hombres de traje de luces oscuras, mas bien
negras, que imponen recortes e injusticia, que pasan por encima del sufrimiento
del pueblo. Toreros de luces negras que humillan a nuestras vaquillas.
Estos solo esperan el momento de quitarse la montera
(por cierto, es coincidencia el parecido con el nombre de nuestro ministro de
hacienda) y ofrecer nuestro sacrificio a quien preside la fiesta, que como no,
estará acompañado de las autoridades competentes.
Es posible, que en una de estas, aparezca algún
maestro, y a esos toros españoles, que se crecen ante el castigo, les den una
buena estocada. Vaquillas de feria, resabiadas.
Cola habrá de puntilleros para rematar la faena.
Aplausos y multitud de pañuelos blancos.
Sería una faena de orejas y rabo.
Jose Ramiro, bloguero de nuevo...
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