Campeón,
según la RAE, es la persona que obtiene la primacía en un campeonato, y
campeones cuando se refiere uno a un grupo de personas o equipo.
Un
campeonato es una especie de concurso, juego, certamen o contienda donde se
disputa un premio
También
cuando se habla de algo fuera de lo normal se utiliza como adjetivo, por
ejemplo, cuando se nos ha pasado la hora del almuerzo, y magnificamos nuestro
apetito con la frase “tengo un hambre de campeonato”
También
se decía campeón de aquella persona hábil con las armas que campeaba y
presentaba batalla y si además sobresalía en sus hazañas le llamaban Campeador,
como a nuestro Díaz de Vivar, el Cid.
En
política, los escaños de nuestro parlamento están llenos de campeones. Cuando
algo funciona, ninguno duda en mostrarse como artífice de la medida, y cuando
no funciona tampoco dudan en echar balones fuera y culpar al de la bancada de
enfrente.
Estamos
cansado del y “tú más” y del “yo mejor”, pues solo se muestran campeones en la dialéctica,
pero nunca en los hechos.
El
ministro De Guindos augura un crecimiento del PIB para el año que viene que
rondará el 2%
Esto
nos lo venden como buenos campeones contándonos una y otra vez que las medidas
adoptadas por el gobierno del que es ministro son las artífices de la futura
bonanza, pensando como siempre en que los que escuchamos la perorata que traen
aprendida somos algo así como imbéciles que no tenemos dos dedos de frente.
Entre
líneas, nos enteramos de que ese previsible crecimiento se ampara en el bajo
precio del petróleo, en la devaluación del euro, en los bajos costes salariales y en la recuperación
del crédito y en las futuras medidas del BCE. Vaya, fruto de su trabajo…
Dice
desde su púlpito, con ese aire de suficiencia que siempre muestra, que el abaratamiento
del petróleo supondrá para España un ahorro de 10.000 millones de euros, alrededor
del 1% del PIB. Seguramente no miente, pero España parece ser que no somos los
españoles. Cuando el precio de referencia del crudo Brent ha caído un 37,7%, el
precio de los carburantes apenas ha variado, por lo que al español de a pié
poca mejora le supone, más cuando en el momento en que el crudo baja, aumenta
la carga impositiva del estado a los combustibles.
Dice
que la competitividad ha aumentado considerablemente, y seguramente tampoco
miente, aunque el mayor abaratamiento ha sido para las empresas no ya en la
carga impositiva, sino en que los salarios de ahora ni se parecen a los de
antes de la crisis.
Se
nos habla del aumento de contratos, pero se nos oculta que el 90/95% de ellos
son precarios.
Una
forma de computar realmente la situación, seria medir la masa laboral viva en España,
es decir la fuerza laboral medida en el número de horas de una jornada normal. Digamos
que en España existimos x numero de personas en edad laboral. Pues las
multiplicamos por 40 horas a la semana y obtenemos la capacidad productiva. Ahora
cogemos la masa salarial del total de los trabajadores y la dividimos por ese número
de horas. El precio resultante por hora trabajada daría escalofríos…
Ese
es el país que estamos… ¿construyendo?
Pero
en los debates, cada cual culpa al de enfrente y salva sus cenizas. “Porque yo hice…”,
“Por que tu no hiciste…”, “y tú más…”. Tal para cual…
Rajoy
y el Rey de algunos españoles (los que nos sentimos republicanos no terminamos
de reconocer su “alteza” aunque si su altura, van viajando, campeando por otros
países vendiendo las bonanzas de nuestras reformas, pretendiendo dar ejemplo de
lo bien que lo sabemos hacer. Campeones de campeonato…
No
cuentan, y tampoco lo hacen sus
ministros, porque es malo para la marca “España” y eso vende muy mal, lo de los
comedores sociales, lo de las cifra record del desempleo y lo de los parados
sin ningún tipo de ayuda, lo de nuestra baja natalidad, ni lo de la huida de
nuestros universitarios a otros países.
No
hablan de la creciente violencia machista ni del trato a los inmigrantes “ilegales”.
No
cuentan el desmantelamiento social al que nos están sometiendo, ni el estado
policial que andan montando, ni hablan de las corrupciones que manchan tanto al
gobierno como a la regia casa.
No
hablan de tarjetas negras, ni de balances falseados, ni de gastos
injustificables, ni de inversiones inútiles, ni de la manipulación de la
justicia.
No
hablan de la escasez de jueces pero si de lo ejemplar que es nuestra justicia,
que va a ser capaz de resolver hasta el procedimiento más complejo en el límite
temporal de seis meses.
Y
por supuesto no hablan de culpables ni de dimisiones.
No
cuentan que en las cunetas se esconden muchos cadáveres de la dictadura que
mientras no se desentierren es como si no existieran, pero si hablan de
herencias recibidas, de errores pasados, de aciertos presentes y nunca de la “dote”
que andan preparando para las generaciones venideras.
No
hablan de que el fondo de pensiones ya casi ha tocado fondo, de que los ricos
son cada vez más ricos y los pobres cada vez más pobres.
No
hablan de hospitales cerrados, de quirófanos parados, de enfermos sin
tratamiento, de dependientes pendientes del hilo de la solidaridad familiar, de
la pobreza energética y de la otra pobreza, la del estomago, ni de los sin
techo a los que les están robando incluso el espacio en los soportales y bajo
los puentes, que hace feo que se vean tantos desgraciados tirados por las
calles tapándose con viejas cajas de cartón.
No
hablan de la escasez de contenedores con basura orgánica de la que se alimentan
a diario cientos de personas ni de las sanciones impagables con las que algunos
ayuntamientos persiguen tamaño delito.
En
unos días, un bonito discurso perfectamente hilvanado nos hablará a través de
las etéreas ondas del nuevo dividendo digital de los retos en los que estamos
metidos, y de lo bonita que es la navidad, de que españoles somos todos y nos
alertaran de nuevo para que en estas fechas seamos solidarios. Nos hablaran de
transparencia, de honradez, del bien de todos los españoles.
Muchos
mas de los que ellos piensan entonaran una plegaria (los creyentes) o un deseo
(los menos creyentes o los que se sientan abandonados hasta por su dios) para
que esa solidaridad les salpique con alguna prebenda en estas fechas. Fiesta maldita
para el que nada tiene que celebrar.
Jose
Ramiro, bloguero
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