Las
matemáticas, dentro de su extraordinaria complejidad, y de ser el lenguaje de
algunos privilegiados que dicen tener una parte del cerebro mas desarrollada
que la otra son una herramienta perfecta para entender el mundo. Las
estadísticas, los complejos cálculos que dan lugar a teorías que nos parecen de
ciencia ficción, los secretos del universo, los algoritmos con los Google es
capaz de predecir nuestros comportamientos futuros y nuestras necesidades, la
economía y la política se mueven alrededor de diez guarismos y unas pocas
reglas. Simple y a la vez complejo. Es por eso que abren ante nosotros todo un
mundo de posibilidades, de oportunidades y de interpretaciones.
La
música, hija de la ciencia exacta, consigue (y así lo lleva haciendo desde que el ser humano es humano)
infinitas combinaciones de siete notas que deleitan nuestros oídos, que llevan
al éxtasis nuestros sentidos, que nos transportan a mundos donde prima la imaginación. Las casi
infinitas variables que se pueden aplicar a estas pocas notas (ritmos,
cadencias, alturas, volúmenes, tiempos y silencios, mezclas de metales, cuerdas y madera hacen que a
diario nazcan obras dignas de ser patrimonio de la humanidad.
Nuestro
alfabeto, formado por tan solo veintisiete letras, puesto negro sobre blanco es
capaz de trasportarnos a mundos ilusorios donde todo es posible, y es que sus
infinitas mezclas son la herramienta perfecta para la comunicación y para
transportarnos a mundos imaginarios.
Llevando
casi al absurdo la simplicidad, los aparatos más “inteligentes” de los que
disponemos hoy en día (ordenadores, smartphons tablets, smartTV, etc) son
capaces de interaccionar con nosotros solo a base de dos guarismos, el uno y el
cero. Las maquinas hablan en binario, o todo (uno) o nada (cero) (Desde hace ya
bastante tiempo se utiliza lo que en español se ha dado en llamar lógica
difusa, capaz de contemplar estados intermedios entre el todo y la nada, lo que
abre todo un nuevo mundo de posibilidades, aunque esto de la lógica difusa se merece un post solo para ella ).
Que
simple parece todo visto desde esta perspectiva.
Cuando
los políticos hablan de porcentuales, de cifras estadísticas, de macroeconomía,
utilizan una burda mezcla de palabras e interpretaciones de cifras que terminan
componiendo la peor de las sinfonías, obras malsonantes que oscurecen en vez de
aclarar nuestro futuro, ponen negro sobre blanco medias mentiras que nos transportan
al horror diario de su gestión.
Baja
el paro, nos dicen, pero en realidad lo que sube es el trabajo precario y mal
pagado.
Raíces
profundas de la recuperación, pero esconden bajo tierra el crecimiento
desmesurado de la deuda país.
Contención
y ahorro del estado, pero se gastan la hucha de las pensiones.
Trabajar
mas y ganar menos para aumentar la productividad, pero sus señorías cobran
dietas y prebendas, coches oficiales e ingentes cantidades de dinero de dudosa
procedencia para mostrarnos sus “programas”. Rentas que bien repartidas solucionarían
un poco de esta crisis y mientras pierden el tiempo en jueguecitos infantiles
mientras en los estrados algunas voces luchan por mejorar el desastre.
Luchar
contra la corrupción dicen, pero nadie asume responsabilidades de las ingentes
cantidades de dinero despilfarrado en comprar favores.
Separación
de poderes, nos cuentan, pero politizan cada vez más todos los del estado.
Libertad
de prensa, pero compran voluntades para que las portadas reflejen solo los
datos que les interesa difundir y utilizan las televisiones públicas como
aparatos de publicidad de los correspondientes partidos.
Sanidad
universal, proclaman, pero entre líneas en sus programas descartan a los menos favorecidos,
a los inmigrantes, a los sin papeles, y cortan, y recortan, y vuelven a
recortar. A diario mueren enfermos por falta de tratamientos o por falta de dinero
para poder comprarlos. No son las duchas nazis donde gasear a los indeseables, pero
el resultado es el mismo: la muerte programada de los “inútiles sociales” que
cuestan dinero al estado, gente mal vista que a veces duermen en los soportales
de las viviendas de lujo o en los cajeros automáticos donde están los fondos de
los que aun pueden permitírselo y el calor que irradian esos dineros “calientes”
aportan algo de confort.
Segunda
oportunidad, pero en realidad es para que los bancos garanticen sus cobros
mientras inscriben los nombres de los afectados en múltiples ficheros de
morosos que les impedirá en el futuro cualquier operación financiera.
Autoempleo
y emprendedores dicen que hacen falta, pero castigan al que lo intenta con
pagos de cuotas a veces inabsorvibles antes de tan siquiera empezar la
actividad.
Planes
de empleo que facultan a las empresas a despedir al 100% de su personal y en tiempo
real conseguir subvenciones para cubrir esos mismos puestos con infrasalarios y
condiciones cercanas a la esclavitud.
Condena
al paro eterno a los mayores de cierta edad, que aunque desean trabajar y sentirse útiles, por pundonor no
aceptan condiciones de trabajo humillantes
Planes
de educación en un país “laico” que introduce la religión, cristiana como no podía
ser de otra manera, dentro de los currículos de enseñanza. Rezos en la aulas y
pronto volverán los crucifijos. Másteres impagables que reservan la “alta formación”
a las elites que nos gobiernan, sean políticas o dinerarias.
Rezos
y golpes de pecho, medallas a las vírgenes y peticiones de ayuda divina
complementan la “exactitud” con la que miden nuestros políticos las medidas a
tomar
Rescatamos
bancos quebrados fraudulentamente y ahora pagamos las fianzas impuestas con
dinero que dicen que es de las entidades, pero que es del que les “prestamos”
(regalamos) en “defensa”
de los pequeños ahorradores, no de los accionistas, claro.
Les
pagamos sus grandes ritmos de vida, sus vicios, sus viajes y sus putas y putos,
sus coches oficiales y sus escoltas, sus bacanales culinarios en comedores de
muchos tenedores y algunas estrellas, les permitimos el aforamiento como
privilegio ante la ley que se supone igual para todos, los engrandecemos en las
puertas de los juzgados con vítores de ¡presidente, presidente!
Los
votamos y los volvemos a votar. Aplaudimos sus peroratas aunque después nos
sintamos ligeramente tarados mentalmente.
No
es lo mismo decir que uno de cada tres niños tiene problemas de malnutrición
que decir que el 36,6% de los niños pasan hambre. En el primer caso no suena
tan mal, pero en el segundo caso se constata que es casi la mitad de la
población infantil esta bajo el umbral de pobreza. En números absolutos,
hablamos de tres millones de niños que pasan hambre. Si los pudiésemos reunir a
todos en Madrid,
la mitad de la población de la capital (poco más de seis millones de
habitantes) serian niños pasando hambre.
Son
las mismas cifras, pero con distinta forma de exponerlas. Hoy, aunque
disgregado, tenemos en España una especie de gran campo de concentración nazi,
fascista, donde 3.000.000 de niños y 6.000.000 de adultos están condenados a la
malnutrición, a la falta de nutrición más bien, aunque algunos políticos del
gobierno mezclen estas cifras con las de obesidad infantil, que hábilmente nos
cuelan en sus estadísticas.
En términos de población total, teniendo en cuenta que en España vivimos
46.500.000 personas aproximadamente, UNICEF habla de un 20,4% de pobreza, que
en cifras reales son más o menos 9.000.000 de personas bajo el umbral de
pobreza. Más que toda la población de la comunidad más grande de España que es
Andalucía
El
arte de poner en alerta nuestros sentidos para detectar la mentira, la
ocultación de la verdad y ver la verdad tras las grandes estadísticas nos da el
poder de comprender la realidad en la que estamos inmersos, y de la que la unión
europea y sus grandes bancos no nos quiere dejar salir, cómplice necesario en
las estrategias centralizadoras, de sometimiento de los pueblos de Europa y
sobre todo del sur de Europa, balnearios y sitios de relax de los europeos
ricos.
Los
intereses de los grandes bancos, tenedores de las abultadísimas deudas de los países,
y la obligación contractual pero injusta recogida en las constituciones de
pagar antes que comer solo nos puede llevar a empeorar la situación.
Cuando
hace años nos vimos entrando en el mercado común europeo, cuando nos hablaron
de la moneda única, cuando hablaron de unificar criterios legislativos, económicos
y fiscales entre los países, nadie nos contó la tiranía que escondía aquella
aparente belleza y bondad. Vivimos en una Europa inacabada.
Dicen
que la unión hace la fuerza, pero esto también es mentira. La unión hace más
fuertes a los fuertes y mucho, mucho más débiles a los débiles.
Política
binaria: o todo, o nada. Han optado por la nada…
Yo,
apostaría por el todo, aun sabiendo que estadísticamente la probabilidad de
ganar esta apuesta es infinitesimal… Matemáticamente hablando, aunque con las
combinaciones adecuadas, igual damos con el algoritmo de la igualdad, de la
felicidad, de la humanidad… Aunque sea utilizando una especie de lógica difusa…
Jose
Ramiro, Bloguero
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