El
terrorismo internacional esta tomando forma, desde hace ya unos años, en Europa,
mas concretamente el llamado terrorismo islamista, que por el contrario de lo
que pudiera parecer no es el terrorismo del Islam, sino el de algunos “iluminados”
de esa religión que ven como enemigo a todo aquel, no ya que profese una religión
distinta de la suya, sino a todo el que no profese la de ellos.
Defienden
un dominio territorial que se debe extender por todo el mundo y donde la única
ley sea su ley, la de los mártires por la jihad, guerra santa dicen, la de
cortar manos a ladrones y decapitar a los infieles, la de castigar con latigazos, la de esconder sus mujeres
bajo púdicas túnicas, la de cerrar las ventanas de sus casas con espesas celosías para ocultar a sus hembras. la que dice que internet es el demonio y la que sacrifica las vidas de sus acólitos vendiéndoles, si se
inmolan, la recompensa de un paraíso inexistente, pero que ellos disfrazan, como
buenos publicistas, de un batallón de huríes que los colmaran de placeres celestiales
(a las mujeres les reservan el papel más activo de todos, que es el de
convertirse en una de esas huríes serviciales encargadas de regalar el éxtasis
a sus hombres, y supongo que les prometerán como prima que cuantos mas muertos
produzcan mayor será la
recompensa. Eso del salario fijo más variable lo han
aprendido bien de los países occidentales), la que lapida a las adúlteras y a
los que la simple visión de un tobillo femenino los pone… cachondos y entienden que su exposición en publico es un
gran pecado.
Tras
el atentado de estas enaltecidas mentes en Paris, hemos visto la foto de la indignación. Mas
de un millón y medio de franceses manifestándose por las calles de la ciudad de
la luz, haciendo piña con los vilmente asesinados, y demostrando, en su gran mayoría,
el rechazo hacia el extremismo islámico que causa esas muertes, no hacia los
musulmanes, que en gran mayoría también estaban en esa manifestación, por los mismos
motivos y defendiendo las mismas causas.
Pero
no me refiero a esa foto, foto de la indignación del pueblo, reflejo del sentir
del mundo civilizado, digna protesta ante la injusticia que suponen los muertos
por la libertad de expresión, muertos solo por dibujar cuatro mamarrachadas irónicas
sobre un profeta, que como los de los cristianos, yace ya hace siglos bajo
tierra.
Me
refiero no a la dignidad que representa esa foto, sino a la indignación por la
otra, por la de los mandatarios (mal llamados lideres) mundiales reunidos al
solo efecto de ser políticamente correctos en una calle previamente vaciada por
las fuerzas de seguridad, donde sus escoltas no dejan volar ni a los pájaros y
donde los servicios secretos de todos y cada uno de esos países alli
representados se encargan de rodear de una barrera de seguridad infranqueable,
al estilo de escudo futurista donde todo lo que llega rebota.
Había
que hacerse la foto. Había
que montar esa obrilla con mal guión que demostrara que ellos también estaban
alli, pero es solo teatro,
puro teatro.
No
es el dolor por las victimas, sino la necesidad de ganar en imagen publica en
un mundo que cada día cree menos en ellos, los “lideres” de la catástrofe
mundial en la que vivimos.
Potencian
y arman a los mismos grupos contra los que aquí luchan en sus dominios de
origen. Se valen de su terror para hacerse con las riquezas de países
masacrados por el extremismo y dominados
por el miedo a una muerte segura que significa no ser fiel creyente de un Islam
mal interpretado.
Se
pasean juntos los que, de otra forma aparentemente menos violenta, también
someten a sus pueblos, se cogen del brazo del presidente de Israel que
diariamente ordena matanzas en los territorios ocupados bajo la excusa de la
autodefensa, utilizando armamento de ultima generación contra tubos de hojalata
fabricados manualmente como lanza morteros, se cogen del brazo de rajoy, que
dice defender las libertades mientras aprueba leyes mordaza y recortes
inhumanos, casi se abrazan con la jefa de la mayor dictadura económica que ha
conocido Europa. Se arropan entre ellos. Como una piña. Como una piña podrida…
Son
los señores de la guerra. Son
los que deciden que países merecen ser eso, países, y cuales hay que destruir,
son los dueños de las riquezas de las zonas mas empobrecidas del mundo, son los
que gastan fortunas en traer moribundos por el ébola a sus países mientras
dejan morir a miles de enfermos en los de origen, son los que patentan
medicinas que salvan vidas y multiplican su precio en el mercado miles de
veces, son los que fabrican las armas que después venderán a los mismos
extremistas contra los que aparentemente se manifiestan. Son, la escoria del
mundo.
Foto
de la indignación del verdadero pueblo que rula por calles distintas, que tiene
de verdad sentimientos por los
fallecidos y rabia contenida contra el terror indomable que promulgan esos
exaltados por el “mandato divino”
Ellos
y ellas, nuestros gobernantes, en una calle vacía, en un estudio fotográfico
preparado ex profeso para mostrarle al mundo una imagen absolutamente falsa de
unidad, de ir todos a una, para poder contarle, supongo que a sus nietos, que
ellos también estuvieron en Paris el día de la indignación.
Hoy,
ya pasado el día de la representación teatral, toca seguir con los negocios,
toca seguir armando terroristas que ayuden a su metódico robo de riquezas
ajenas, toca seguir matándose entre palestinos e israelíes, toca volver a
olvidarse del hambre y de los enfermos del tercer mundo, toca volver a expoliar
diamantes, oro, uranio, petróleo o cualquier cosa de valor que exista en los países
de origen de estos “mal nacidos”. Toca volver a olvidarse de esos desgraciados
que solo son carne humana dispuesta al sacrificio a poco que ellos lo
requieran.
Toca
volver al presente, y con la boca pequeña, decir públicamente lo mucho que
sienten lo que ha pasado y el gran esfuerzo que van a poner en que no vuelva a
ocurrir.
Pura falacia.
Jose
Ramiro, bloguero
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