Hoy
pensaba dedicar esta entrada a otros temas bastante mas baladíes, pro el
atentado perpetrado en Francia bien merece un poco de análisis por mi parte.
Los
primeros años de mi vida, por causas que ya alguna vez he relatado,
transcurrieron en Marruecos, en la zona norte, donde la mescolanza de
religiones, nacionalidades y distintas costumbres era el pan de cada día (pan con
el que las tahonas de barrio procuraban contentar a todos los que vivíamos
alli, confeccionando pan francés, español, ácimo y toda una serie de
modalidades que terminaban por dar satisfacción a cualquiera)
Las
mezquitas convivían pared con pared con iglesias cristianas y con sinagogas y
en los paseos dominicales por las calles centrales de los pueblos era más que
frecuente habitual, ver gentes de los distintos credos departir alegremente.
Solía
yo por aquel entonces visitar un “cafetín”, donde lejos de sentirme extraño me sentía
uno mas de aquella heterodoxa comunidad, y mientras algunos tomaban cerveza,
otros solo esa bebida aromática y extremadamente dulce que es el te verde
aderezado con unas ramitas de hierbabuena, y otros se limitaban al internacional
café en sus distintas modalidades.
Era
una sociedad de iguales, donde los matices de las distintas creencias quedaban
perfectamente ocultos tras un muro de convivencia, de proyectos comunes, de
amistad y de respeto.
Cuando
oigo y leo que el atentado de Francia lo han perpetrado unos islamistas, se me
pone el pelo de gallina, porque si, habrán sido islamistas, aunque esta definición
solo aclare la fe que profesan, pero no de aquellos con los que yo pude
convivir. Le falta al apelativo antecederlo de una palabra mágica que define de
verdad la calaña del vil acto. No son islamistas, son terroristas islamistas,
como los puede haber cristianos o bidistas. Simplemente Terroristas.
Es
como cuando hablábamos del problema vasco (Que al menos en su parte más
violenta podemos dar ya por zanjado), que era un problema del terrorismo vasco,
no de los vascos por tener ocho apellidos.
Odio
los extremismos, como creo que los odiamos todos a los que nos queda un dedo de
frente, salvo aquellos que como la caverna mediática no miran de frente, sino
de perfil, e insisten en identificar Islam con violencia.
Las
grandes religiones, y esto lo dice quien se confiesa ateo aun inmerso en una
sociedad repleta de creyentes, solo se diferencian por matices que se arrastran
históricamente desde los albores de las mismas.
El
Islam reconoce a Jesús como profeta y Maria como su madre, y los veneran, como
el cristianismo hace con mahoma, y las burlas profesadas desde el ámbito social
y periodístico solo tienen un matiz irónico, chistoso si cabe, que resalta las
debilidades divinas de estos personajes, donde hay par dar y regalar en
cualquiera de las religiones, aun cuando algunos quieran ver grandes
diferencias.
El
terrorismo, la violencia, el asesinato es repudiable por todos, por los ateos,
por los agnósticos, por los que profesan cualquier religión de forma razonada,
porque en realidad, por más que se quieran medir las diferencias, todos parten
de los mismos principios de respeto hacia los demás.
Es falso
que el Islam luche por
convertirnos a los demás, como es falso que el cristianismo los pretenda en sus
misiones. Ya paso la época de las grandes guerras religiosas salvo para los
extremistas que se creen imbuidos de la fe verdadera y eso, se entiende bajo la
protección de cualquiera de los dioses que pululan por la mente humana.
Rompo
una lanza por cualquiera que sea la creencia de las personas y condeno a los
que amparándose bajo el manto protector de un dios, no siempre bueno ni
protector con la raza humana o los que promulgan el paraíso en lugar del
infierno para aquellos que viven en el mal, que odian a los demás por ser
distintos, que pretenden imponer su credo por encima de la realidad
plurireligiosa en la que vivimos.
Estos
no son islamistas, ni cristianos, ni ortodoxos, ni judíos, ni budistas, ni agnósticos
ni nada que se les parezca. Son simplemente terroristas, y como tales, se
merecen el repudio de todos y el mayor de los castigos que provean las leyes
del hombre, no las divinas. No creo que haya ningún dios, por extraño que sea,
que bendiga el asesinato y lo premie con paradisíacas recompensas. En cualquier
caso malas interpretaciones humanas y extremistas de las sagradas escrituras
que definen cada una de las creencias
Se
que algunos verán mucha simplicidad en mis propuestas, pero aquellos que así lo
vean, les propongo huir del maniqueísmos. Nada es bueno ni malo, es simplemente
la mezcla del todo, la idiosincrasia de la raza humana, capaz en algunos
momentos de justificar cualquier cosa bajo el parapeto de un mandato divino.
Me
cuelgo un lazo negro, una vitola de luto en el antebrazo por los caídos en
defensa de la libertad.
Los
que sean creyentes, no importa de que dios, recen por los muertos en el brutal
atentado.
Jose
Ramiro, bloguero
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