miércoles, 25 de julio de 2012

¿Ciencia o ficción?


La ciencia ficción siempre ha sido un género muy socorrido, ya que permite a los autores tantas licencias científicas como le vengan bien. Así, es fácil desarrollar unos monstruos reptilianos que disfrazados de humanos, atacan al planeta tierra para devorarnos o para esclavizarnos, como nos contaba la ya histórica serie de televisión “V”

O nos pueden embarcar en aventuras interplanetarias donde seres de otros mundos, siempre malignos, se enfrentan en enormes batallas siderales llenas de luces de colores (no se porqué normalmente son azules y rojas…, y otro detalle, las rojas son, también normalmente, las de los malos de la película y las azules de los buenos) y sonidos sibilantes contra los pobres humanos, que yendo en son de paz, terminan derrotando y exterminando a los otros seres.

O nos permiten asistir a fiestas discotequeras de mundos imaginarios donde los seres que nos rodean son extraños y solo encajan con definiciones de monstruosidad o aberración de la naturaleza; seres con antenas, múltiples ojos, tentáculos, lenguas camaleónicas o extremidades sin sentido; seres que levitan, reptan, o se mueven a velocidades imposibles; seres anómalos, con forma de gusano, que nos parasitan, se instalan dentro de nuestras cabezas  y dominan nuestros cerebros y nuestros cuerpos…

“Inventos” como el viaje a través del hiperespacio, las naves supra-lumínicas, la visita a mundos lejanos, la estrella de la muerte y la permanente victoria de los terráqueos sobre cualquier otra raza o clase de naturaleza, no pueden ser fruto mas que de las mentes poco científicas y dadas a la ficción.

En realidad, no hace falta este género para encontrar esos seres malignos que nos amenazan, no hay que salir del planeta para buscarlos y no necesitan disfrazarse. Ni siquiera tendríamos que salir de nuestro entorno más cercano para encontralos. Aquí, cerca de cualquiera de nosotros, habitan seres tan perjudiciales o más que cualquiera de esos monstruos intergalácticos soñados por los autores.

Basta abrir la prensa para identificarlos
Aguirre deja de dar gratis la vacuna del neumococo a 76.000 niños al año. (http://ccaa.elpais.com/ccaa/2012/07/24/madrid/1343162973_595745.html)

Montoro defiende la subida del IVA: “Si no sube la recaudación corren peligro las nóminas” (http://www.republica.com/2012/07/18/montoro-defiende-la-subida-del-iva-si-no-sube-la-recaudacion-corren-peligro-las-nominas_523659/)

Miseria y hambre en España y el rey: -¿por qué no te callas? (http://www.aporrea.org/internacionales/a147296.html)

Esto es solo un pequeño ejemplo de la “alienación” de nuestros gobernantes, que siguen defendiéndose de monstruos inexistentes, vivos solo en su imaginación, mientras desamparan a sus gobernados…Que siguen alimentando los deseos y necesidades de unos seres extraños que nos invaden y pretenden esclavizarnos y casi canibalizarnos.

Este paisaje desolador, digno de una serie de gran audiencia, parece ciencia ficción, pero es en realidad una postal de la realidad de nuestro país.

Hay otros autores, que se han movido más cerca de la ciencia que de la ficción.

Autores como Léster del Rey (1915-1993) o Isaac Asimov (1920-19929), que en sus magistrales textos nos revelan un futuro muy, muy lejano, pero posible, que no rompen con las leyes de la ciencia y la naturaleza, y que introducen solo algunos matices “paracientificos” para “adornar” sus relatos.

Relatos increíblemente bellos que nos hacen ver un mundo futuro lleno de vida, de experiencias y de aliento para la raza humana.

Asimov, era un gran divulgador además de reconocido autor de "ficción científica", no de ciencia ficción que decía él.

Una de sus obras más conocidas fue y es la serie dedicada al imperio galáctico, comúnmente llamada “Trilogía de la Fundación” o “Saga de Trantor”, mal llamada trilogía, ya que consta al menos de catorce obras reconocidas por el autor y es en esta enorme obra literaria, donde Isaac Asimov define y formula por primera vez sus famosas leyes de la robótica (por cierto, la historia le asigna a él el merito de “inventar” la palabra “robótica”).

Estas leyes son en esencia necesarias para la coexistencia pacifica de los robots con los humanos, y sin ellas, sus textos serian imposibles, o cuando menos rebatibles.

Son sencillas, cortas y precisas:
  • Primera Ley: Un robot no puede hacer daño a un ser humano o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño. 
  • Segunda Ley: Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos, excepto cuando éstas entren en conflicto con la Primera Ley.
  • Tercera Ley: Un robot debe proteger su propia integridad, siempre y cuando esto no impida el cumplimiento de la Primera Ley y Segunda Ley.
Sin embargo, con el transcurrir de los años y el avance de la saga, Asimov tomó conciencia de que faltaba algo en esas tres leyes, que pondrían en un aprieto a un robot ante determinadas circunstancias, e hizo que dos de sus personajes -R. Daneel Olivaw y R. Giskard Reventlov. (La R que antecede a los nombres nos los define como robots)- propusieran una ley suprema que rompiera ese conflicto. La Ley Cero, que antecede a las otras y las obliga al cumplimiento siempre que no entren en conflicto con ella.
  • Ley Cero: Un robot no puede hacer daño a la humanidad o, por inacción, permitir que la humanidad sufra daño.
Es fácil deducir a partir de estas simples leyes (solo cuatro) que el comportamiento “humanoide” de los robots tenía que ser ejemplar.

Si existiese algo parecido que pudiéramos aplicar a nuestros gobernantes, la historia seguramente no nos habría traído hasta aquí.

Intentémoslo

Redactemos las leyes de la “humánica” de obligado cumplimiento para todos, y especialmente para los gobernantes:

Ley Cero: Un humano (un gobernante) no puede hacer daño a la humanidad o, por inacción, permitir que sufra daño.

Primera Ley: Un humano (un gobernante) no puede hacer daño a otro ser humano (ciudadano) o, por inacción, permitir que un ser humano sufra daño, excepto cuando el daño causado sea inferior al causado al resto de la humanidad.

Segunda Ley: Un humano (un gobernante) debe obedecer las la leyes de la humanidad (distadas por el pueblo), excepto cuando éstas entren en conflicto con la Primera Ley.

Tercera Ley: Un humano (un gobernante) debe proteger su propia integridad, siempre y cuando esto no impida el cumplimiento de la Primera y Segunda Ley.

Qué simple y qué bello. Leyes llenas de altruismo, que anteponen el bien común al particular. 

El mundo que conocemos seria totalmente distinto, sin guerras, sin hambre, sin atentados contra la naturaleza, viviendo en el respeto y desde el respeto, sin abusos, sin amos ni esclavos, lucharíamos contra la enfermedad y nos protegeríamos de la adversidad, cuidaríamos nuestro planeta y a todo su contenido...

Nos convertiríamos en verdaderamente humanos. 

Sencillo. 

Utópico…

¿Ciencia o ficción?

Ficción, claro...

Jose Ramiro, bloguero

2 comentarios:

  1. M SUENA A EUTOPIA.............

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  2. Yo lo encuentro real como la vida misma. Aunque a algunos veo les suena a utopia. A mi no

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