sábado, 4 de agosto de 2012

Suenan a muerto

Son las doce de la noche, resuenan en el silencio las lejanas campanas de una iglesia. Suenan a muerto.

Hora mágica… Luna llena… Brujas, vampiros y fantasmas se aprestan a salir.

Todos somos sus victimas, sus presas, su alimento, su objetivo…

Así, podría empezar un buen relato de terror, de los que alguna vez hemos utilizado para asustar a los niños.

No hace falta recurrir a la literatura fantástica, donde monstruos noctámbulos nos atacan y colapsan nuestros sistemas nerviosos, haciéndonos entrar en mundos paralelos donde todo lo  que nos rodea es malo.

La realidad, supera muchas veces ese ambiente falso y nos aterra con su fría presencia.

En un mundo, donde cerramos los contenedores con candados para evitar que algunos puedan alimentarse, porque “hace daño a la imagen del país”, donde se cierran comedores escolares y se les pretende cobrar a los padres por “el uso de las instalaciones” para comer lo que traen de casa, donde se rebajan pensiones y se eliminan derechos, donde se desprotege al débil y se beneficia al fuerte, donde se cierran hospitales y se impide una correcta educación, donde se controlan los medios y existe la censura, donde se financian guerras y se hace de las armas un negocio, donde las religiones ciegan a los creyentes, donde escondidas tras el rimbombante nombre de “misiones de paz” se desarrollan verdaderas batallas, donde la dependencia no es un derecho y nacer con malformaciones severas si, todos los días hay motivos para padecer terror, para sentir miedo al futuro…

Vivimos en una sociedad llena de entes malignos, que nos acosan, nos persiguen y nos poseen.

Llena de brujas y brujos, que con sus maleficios van perjudicando nuestras vidas y dejándonos sin futuro, que nos hechizan con sus falsas promesas cuando en realidad lo que buscan es llevarnos a su caldero, que nos mienten y nos dan frutos bellísimos pero envenenados, que nos tienden trampas y nos embelesan con sus trucos de mago viejo y retorcido. Brujas y brujos que se nutren de nuestros esfuerzos, que convierten nuestra bondad en maldad, que nos utilizan como componente esencial de sus pócimas toxicas.

Lleno de vampiros que se alimentan de la sangre del país, que es su clase obrera, que nos sorben hasta la ultima gota, que nos secan hasta que se nos paran los corazones, que se disputan el rojo elemento hasta que ya no queda nada, mas que desesperanza.

Lleno de fantasmas que aparecen y desaparecen, de ahora y del pasado, que invaden nuestros sueños y nuestras realidades, que llenan nuestros oídos de ruidos de cadenas que nunca más deberíamos oír, recuerdos de un pasado no tan lejano que retuerce nuestros sentimientos. Fantasmas que se reencarnan constantemente en gente de apariencia normal, de rostro y gesto amable, pero que por dentro llevan al maligno en cualquiera de sus formas.

Entes que nos sacrifican y nos piden sacrificios mientras se regodean en grandes aquelarres donde deciden nuestro futuro, en orgías donde se intercambian ideas malignas que después se convertirán en una especie de Necronomicón sagrado y respetado, donde quedan escritos su acuerdos, sus formulas mágicas y sus intenciones.

Nosotros, antes de que el terror nos lo impida, deberíamos salir a la calle, armarnos con grandes estacas de madera y romperles el corazón. Deberíamos impedir que siga su ataque constante, hecho con alevosía, a nuestros bienes mas preciados, el altruismo, la  solidaridad, el reparto equitativo de los bienes en la tierra… Deberíamos impedir las guerras y el hambre. Deberíamos impedir la enfermedad y luchar contra ella como si de epidemias se tratara. Deberíamos conformar un presente que de paso a un futuro iluminado y no sombrío como el que nos proponen.

Ha pasado el tiempo de quedarse quieto. Ha llegado el momento de actuar, de plantar cara a la injusticia social y al abuso, a la corrupción y a los corruptos.

Si esto significa rehacer el estado, cambiar formulas constitutivas y maneras de gobernar, hagámoslo. Permitir que las bestias de la noche sigan pululando en nuestras vidas es como venderles el futuro, como, resignadamente, cederles nuestras vidas y las de nuestros descendientes.

Perdamos el miedo a la oscuridad, iluminemos la noche con antorchas de fuego regenerativo, y de sus llamas, hagamos surgir un ave fénix que se eleve sobre tanta falacia, tanto fascismo y tanta falsedad y nos guíe hacia un futuro mejor, mas justo, con menos abusos, igualitario, comprensivo, compensado…

Que nos guíe hacia un mundo sin reyes ni súbditos, sin religiones que endiosan dioses, sin discriminación de ningún tipo, sin guerras y sin hambre, sin sed ni esclavitud, sin trabajo infantil ni pederastia, sin la maldad innata en esas fieras…

El sistema, tal y como lo conocemos, ha muerto… Que suenen las campanas…

Ahora. Mañana, puede ser tarde… Es ahora…

Jose Ramiro, bloguero

3 comentarios:

  1. @castrofeito. Yo creo, que mañana no hay que tener miedo, porque pensando nos evadimos de la realidad. Mañana hay gente superinteligente, que hace algo superimportante , que es ,decir lo que esta viendo y lo que le provoca ha hablar. Espero poder seguir a @tienearreglo. Gracias

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  2. Hagamos Sonar las Cmpanas, Tiens razón hay q Actuar YÁ!!!!!!!!!!! @jatlilanomm.....

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  3. Quizá esto forme parte de un plan, y lo más triste es que nuestra reacción TAMBIÉN está prevista http://www.youtube.com/watch?v=DnnKxUOZyf4

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