domingo, 3 de noviembre de 2013

Alta definición



La alta definición esta de moda.

O quizás a eso es a lo que nos lleva este tiempo, las pantallas de alta definición, las pantallas retina, la televisión hd, e incluso la alta definición en política.

Hay partidos de alta definición, como el popular, con un proyecto nítidamente definido, con claras metas, con claros objetivos.

Regalar la sanidad a amigotes, salvaguardar los beneficios de los bancos, hacer una educación de acuerdo con las doctrinas del nuncio del papa, rescatar para la historia la figura de aquel bienhechor que sufrimos durante tantos años, seguir cobrando comisiones, favorecer a los registradores y notarios “pasándoles” determinadas gestiones, liberalizando mercados a pesar de que en ningún caso eso abarata los costes para la gente de la calle, eliminando la posibilidad siquiera de desarrollar fuentes de energías alternativas a la que suministran esos hacedores de puestos de consejeros para los que les ayudan a mantener sus monopolios en marcha, hacer una ley laboral no para los que laboran sino para los que dirigen a los que laboran, dar alas, desde la rigidez de sus propuestas a los aires independentistas de muchos, expulsar de las universidades a los hijos de los pobres, negando becas y encareciendo las matriculas (a los hijos de los ricos no les afectan estas medidas, los que no están en universidades privadas, pagan con holgura esas matriculas y rematriculas), establecer una justicia absolutamente dirigida y específicamente bondadosa con las corruptelas de los amigorros, cerrar quirófanos y desviar a pacientes a clínicas concertadas, hacer y deshacer a su antojo y al de los potentados que les regalan no solo los oídos.

Y hay partidos de baja definición, que se nos aparecen absolutamente pixelados, como el rosa diez, que lo mismo defiende una cosa que la contraria, siempre en función del numero de votos que les pueda reportar o un PSOE que da bandazos en una clara indefinición, sin que veamos entre el ruido blanco que provocan nada claro, ni quien es el líder, ni quien manda, ni tan siquiera cual es su proyecto en la actualidad.

También hay alta definición en otros sectores. IU maneja un proyecto de tintes absolutamente sociales, si tal vez anacrónico y atemporal, tal vez utópico, pero social.

Los electores, nos movemos entre imágenes nítidas y otras absolutamente desenfocadas, pero, cuando llega el momento supremo de refrendar en las urnas a unos u otros, como que se reenfocan esas imágenes y volvemos a votar a los que en nada nos ayudan.

Se venden bien…

Pero no a los electores. Se venden bien a los que les pagan, a los empresarios y banqueros que reparten billetes de quinientos en sobres, cuando no en grandes bolsas de basura, que les garantizan un puestecito en los consejos de las grandes empresas, cuando en política ya no sean validos, que les pagan conferencias o ayudan a montar fundaciones desde donde seguir mamando de la gran ubre de la corrupción. 

A esos si se venden bien.

A nosotros, pobres electores, nos engañan, nos manipulan, nos hacen creer que de verdad piensan en nosotros, que están en las calles viendo y viviendo las mismas miserias y penalidades que los demás.
No nos equivoquemos, unos y otros viven tras un muro de vergüenza construido con billetes, dietas y prebendas no concebidas para los que no son de su casta.

Desde allí detrás, no se ve el mundo real…

Una pena.

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