La alta
definición esta de moda.
O quizás
a eso es a lo que nos lleva este tiempo, las pantallas de alta definición, las
pantallas retina, la televisión hd, e incluso la alta definición en política.
Hay
partidos de alta definición, como el popular, con un proyecto nítidamente
definido, con claras metas, con claros objetivos.
Regalar
la sanidad a amigotes, salvaguardar los beneficios de los bancos, hacer una educación
de acuerdo con las doctrinas del nuncio del papa, rescatar para la historia la
figura de aquel bienhechor que sufrimos durante tantos años, seguir cobrando
comisiones, favorecer a los registradores y notarios “pasándoles” determinadas
gestiones, liberalizando mercados a pesar de que en ningún caso eso abarata los
costes para la gente de la calle, eliminando la posibilidad siquiera de
desarrollar fuentes de energías alternativas a la que suministran esos
hacedores de puestos de consejeros para los que les ayudan a mantener sus
monopolios en marcha, hacer una ley laboral no para los que laboran sino para
los que dirigen a los que laboran, dar alas, desde la rigidez de sus propuestas
a los aires independentistas de muchos, expulsar de las universidades a los
hijos de los pobres, negando becas y encareciendo las matriculas (a los hijos
de los ricos no les afectan estas medidas, los que no están en universidades
privadas, pagan con holgura esas matriculas y rematriculas), establecer una
justicia absolutamente dirigida y específicamente bondadosa con las corruptelas
de los amigorros, cerrar quirófanos y desviar a pacientes a clínicas concertadas,
hacer y deshacer a su antojo y al de los potentados que les regalan no solo los
oídos.
Y hay
partidos de baja definición, que se nos aparecen absolutamente pixelados, como
el rosa diez, que lo mismo defiende una cosa que la contraria, siempre en función
del numero de votos que les pueda reportar o un PSOE que da bandazos en una
clara indefinición, sin que veamos entre el ruido blanco que provocan nada
claro, ni quien es el líder, ni quien manda, ni tan siquiera cual es su
proyecto en la actualidad.
También
hay alta definición en otros sectores. IU maneja un proyecto de tintes
absolutamente sociales, si tal vez anacrónico y atemporal, tal vez utópico,
pero social.
Los
electores, nos movemos entre imágenes nítidas y otras absolutamente desenfocadas,
pero, cuando llega el momento supremo de refrendar en las urnas a unos
u otros, como que se reenfocan esas imágenes y volvemos a votar a los que en
nada nos ayudan.
Se
venden bien…
Pero no
a los electores. Se venden bien a los que les pagan, a los empresarios y
banqueros que reparten billetes de quinientos en sobres, cuando no en grandes bolsas
de basura, que les garantizan un puestecito en los consejos de las grandes
empresas, cuando en política ya no sean validos, que les pagan conferencias o
ayudan a montar fundaciones desde donde seguir mamando de la gran ubre de la corrupción.
A esos
si se venden bien.
A nosotros,
pobres electores, nos engañan, nos manipulan, nos hacen creer que de verdad piensan
en nosotros, que están en las calles viendo y viviendo las mismas miserias y
penalidades que los demás.
No nos equivoquemos,
unos y otros viven tras un muro de vergüenza construido con billetes, dietas y
prebendas no concebidas para los que no son de su casta.
Desde allí
detrás, no se ve el mundo real…
Una pena.
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