lunes, 29 de diciembre de 2014

El gran golpe



Populismo, políticamente hablando y según mi punto de vista, es utilizar la estrategia política de decir lo que la gente quiere oír, con independencia de que se piense cumplir o no, para atraer el voto del pueblo. Conseguir la suficiente representación social en las cámaras de gobierno mintiendo, engañando a los votantes o cuando menos diciendo medias verdades.

Desde ese punto, cualquier propuesta política es, por definición, populista, ya que una vez gobernando, la cruda realidad lleva las promesas electorales a tocar tierra. Unas se podrán llevar a cabo y otras no.

Alguna vez he comentado que los programas electorales deben ser ambiciosos (si son de la izquierda incluso pecando de utópicos), y estar desarrollados sobre propuestas que se puedan llevar a efecto. Esto no siempre será posible dentro de una legislatura, pero las propuestas electorales deben sentar las bases legislativas del gobierno desde el mimo momento en que los elegidos tocan el poder.

En esta ultima legislatura hemos sido testigos de cómo las propuestas electorales, sin ninguna duda populistas del PP, no solo no se han cumplido, sino que el gobierno se ha preocupado de hacer justamente lo contrario de casi todo lo que proponían para conseguir votos.

Las últimas medidas, apuntando ya al 2015, año electoral, demuestran ese populismo que tanto critican a los que tienen enfrente. Subir el salario mínimo un miserable 0,5% da para poco más que para un par de cafés mensuales, pero lo venden como que “han subido el salario mínimo”. Eso es populismo. Subir las pensiones el 0,75 no es como para que los jubilados tiren cohetes, pero lo venden como que con ellos los jubilados no han perdido poder adquisitivo. Eso es populismo. Dejarse llevar por la presión y adelantar el tratamiento para 6.000 enfermos de hepatitis es más que nada, pero son 35.000, luego a los demás los dejan fuera de una salvación mas que probable, pero lo venderán como que su gobierno no olvida a sus enfermos. Eso es populismo.

Ampararse en las obligaciones para con Europa para subir impuestos como el IVA, cuando estando en la oposición decían todo lo contrario, echando balones fuera, eso es populismo. Utilizar el “y tú más” y el “yo no tengo la culpa” constantemente, descargando las responsabilidades de gobierno en los que estuvieron antes, eso también es populista. Decir que sienten la situación de las familias desahuciadas, mientras el banco malo “recoloca” cientos de miles de metros cuadrados de viviendas a los fondos buitres, eso es populismo. Decir que defienden una sanidad universal y gratuita mientras privatizan hospitales y cierran camas y quirófanos, mientras derivan enfermos a la sanidad concertada, eso es populismo. Defender en el estrado una educación publica mientras se pactan los planes educativos con la iglesia y se promueven las subvenciones a la privada, eso es populismo. Poner radares de tramo en las vías paralelas a las autopistas de peaje con grandes carteles que dicen que es “por su seguridad”, es populismo, cuando en realidad es por la seguridad de los que invirtieron en autopistas innecesarias, para derivar trafico hacia ellas. Decir que la justicia es igual para todos mientras sus fiscales defienden a los corruptos y las nuevas tasas judiciales impiden el derecho a la tutela judicial efectiva, eso es populismo. Decir una cosa agradable para hacer al final algo que nos desagrade, eso es populismo

Podría seguir con una lista de agravios a la sociedad casi inacabable, pero valgan como ejemplos los anteriormente expuestos.

Populismo viene de popular. Ya se sabe…

La irrupción de Podemos en el panorama político español ha sido un revulsivo, y la (aunque no quieran que se les llame así) “casta” se ha puesto de los nervios.

Pase lo que pase, los dos grandes partidos del país preparan el gran golpe que acabe con los indeseables.

Un gran pacto de estado está cada día mas cerca. Ahora nos dirán que no, que son muchas la diferencias, que no es posible, pero llegado el momento, cada uno arrimara el ascua a su sardina, pactarán… Los escaños son muy golosos y no se arriesgarán a perderlos, con lo que significa de perder los “derechos consolidados” de sus señorías…

Acusan a Podemos de populistas...

Decir que hay que auditar la deuda y pagar solo la parte legitima, decir que los acreedores tendrán que hacer una quita, que los intereses que pagamos hacen la deuda impagable, no es populismo, es un aserto muy pero que muy real.

Que montar una renta básica es imposible es falso. Una renta para los que nada tienen es perfectamente viable. Solo con la reestructuración de la deuda se podría conseguir.

Garantizar el derecho a una vivienda digna, como manda la constitución, no es populista. Con las viviendas que se están casi regalando a fondos buitres (gestionados entre otros por J.M. Aznar Junior) se podría dar cobijo a multitud de personas y pactando con los banco una mora en el pago de aquellas hipotecas que se han caído por culpa de la crisis todos tendríamos acceso a esa vivienda digna.

Reducir la jornada laboral, subir los salarios, empoderar a los sindicatos para que no pasen por la vergüenza de tener que firmar un acuerdo de subida salarial del medio por ciento sino que vuelvan a poder sentarse con la patronal a negociar los convenios colectivos, planes específicos de empleo y reindustrialización, empleo publico, puede sonar a populista, pero es la verdadera salida de la crisis.

Intentar regular los precios de los bienes de primera necesidad, evitar el enriquecimiento ilícito de las grandes compañías y de sus consejeros (muchos provenientes de las bancadas políticas del congreso y el senado) no es populismo.

Pensar que el derecho a decidir es libre, que la voz del pueblo expresada en las urnas es su verdadera voluntad y respetar esos resultados no es populismo. Populismo es decir que eres profundamente demócrata e impedir el derecho a la libre expresión de las voluntades del pueblo

Decir que las compañías y los grandes inversores huirán del país es el populismo del miedo.

Todos sabemos que Zara cose sus prendas en Marruecos y oriente, que los call-center de las grandes compañías están en Sudamérica, que los bancos hace tiempo que saltaron las fronteras y diversificaros su riesgo, que los capitales en su gran mayoría están refugiados en paraísos fiscales, fuera de nuestras fronteras y control, que las compañías energéticas tienen socios que no son de aquí. De hecho, los capitales hace ya mucho tiempo que están deslocalizados.

Ya está bien de vender mano de obra barata. Apostar por la calidad y convertirnos en un país parecido a Alemania en cuanto a su industria es lo que nos daría grandeza y verdadero poder. Las empresas no son tontas, y cuando quieren un coche de calidad se compran un Mercedes, made in Germany, no un SEAT, made in Spain. Calidad y no precio…

Este es el gran golpe que no esperaban. Que en tan poco tiempo una fuerza de verdad popular (en este caso el sentido más que de “populista” es el de “creada por el pueblo”) esté arrasando en las encuestas es algo que no esperaban.

Se huele su miedo…, se palpa la victoria…

Jose Ramiro, bloguero

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