miércoles, 29 de agosto de 2012

De una edad media



Vivo en una zona residencial, ajardinada, con poco trafico rodado, y rodeado de buenos vecinos, de los comercios indispensables y de un centro deportivo ligeramente escandaloso que nos han puesto a pie de ventana. Nada del otro mundo… A pocos minutos del centro de la ciudad, nos permite una vida tranquila, alejados del bullicio y del tráfico de la gran urbe.

Vivimos en una vivienda conseguida con el esfuerzo del trabajo de mi familia. Una vivienda que aun no es nuestra, que una parte importante de ella sigue siendo del banco que en su día nos presto el dinero para poder comprarla. Como cualquier familia española moderna, vivimos hipotecados.

Somos de una edad media (no de la edad media) y tenemos una hija universitaria, que con la dificultad añadida de la juventud y las tasas, va sacando su carrera hacia delante, un coche normalito con algunos años y una pequeña scooter de 125 c.c. para los desplazamientos cortos

La crisis, nos ataca igual que a los demás, y sufrimos con trabajos precarios, precios abusivos e impuestos agresivos. Como todos, tenemos ciertas dificultades para llegar a final de mes.

Como todos… No.

Hay quien tiene muchas más dificultades que mi familia, hay quien hoy está pasando hambre, hay gente desahuciada por no poder pagar su hipoteca, hay quien no tiene vehículo, ni casa, ni puede mandar a sus hijos a la universidad, hay quien esta excluido de la sanidad y quien ha perdido la ultima ayuda de la administración, hay quien vive en la calle y se alimenta de las basuras, hay quien depende de la caridad y la ayuda de terceros para poder sobrevivir, hay gente desesperada que ha perdido el futuro y que se lamenta de su pasado.

Y hay quien vive en auténticos palacios, quien come de restaurantes de tres tenedores, quien tiene servicio en casa y coches de lujo,, quien cobra sueldos escandalosamente altos, quien tiene cuentas corrientes bien nutridas y sus hijos estudian en caros colegios privados, quien se pasea por urbanizaciones de lujo, con seguridad privada,  y acude frecuentemente a spas y hoteles  de cinco estrellas, quien no conoce las miserias de este mundo y se regodea en lujo y placeres. Gente que acumula riquezas, que tiran diariamente comida sobrante y consumen grandes vinos de autor, que no pagan impuestos, amparados en leyes injustas y que tienen cuenta en suiza, que esconden dinero en paraísos fiscales y que engañan a la hacienda pública.

No me quejo…

No somos del grupo de los ricos, grupo de élite de nuestra sociedad, protegidos por un sistema político que si de algo peca es de su clasismo y de su amiguismo, pero tampoco somos del grupo de los desarropados, de los que no tienen nada y todo lo necesitan.

Somos una familia media…

Casi de la edad media…

Siervos de unos gobernantes ciegos ante la miseria y el padecimiento humano, súbditos de un Rey que no reina pero que vive a costa de su pueblo. Inmersos en un sistema falsamente democrático donde se gobierna por decreto, donde se obvian las necesidades del pueblo y se defienden los privilegios de los poderosos.

Somos un pueblo castigado por las crisis de los bancos, sufridor de recortes del estado del bienestar, perdedores de derechos conseguidos con esfuerzo y dolor, pagadores de deudas ajenas, abandonados a nuestra suerte en una sociedad montada por y para los que tienen, de una sociedad sin memoria, que olvida a sus muertos y ensalza dictadores, corrupta, consentidora de tramas ilegales que roban nuestros recursos y  nos acusen de vivir por encima de nuestras posibilidades.

Es extraño este mundo…

El retorno a épocas pasadas se asume como normal y aun hay quién defiende algunas medidas gubernamentales. Nos quejamos de una inmigración que llegó a España atraída por los momento de falsa bonanza económica provocados por la enorme burbuja inmobiliaria y el dinero fácil que los mercados ponían en la calle, de una inmigración que ayudo a levantar nuestra economía, que nos enriqueció como país, social y culturalmente y que ahora nos sobra… cuando no hay, los invitados son los que menos reciben…

Defendemos una España para los españoles y nos mostramos insolidarios con los que lo fueron con nosotros, nos mostramos racistas y clasistas, olvidándonos de que en otros tiempos (y en el futuro probablemente también) fuimos nosotros los que emigrábamos, los que buscábamos la solidaridad de otros países, los que pedimos acogida y nos acogieron y nos dieron lo que aquí faltaba: Libertad y la posibilidad de desarrollarnos como personas.

Nos olvidamos del hambre y la sed, del esclavismo, de las guerras y de las futuras guerras, de las grandes tragedias, de las sociedades homófobas y racistas, de las culturas que menosprecian a la persona y no dan valor a la vida, de las dictaduras y de los países sumidos en la mas absoluta de las miserias, de las epidemias, de las enfermedades, de esa parte de la sociedad aun menos favorecida que la nuestra, y nos lamentamos, lloramos por nuestra situación, nos quejamos de nuestros dirigentes, hablamos…

Pero no actuamos.

Hay que levantarse, plantarle cara a las injusticias, luchar por un mundo más solidario, negarnos al pago de artificiales deudas y exigir más equidad en el gobierno, impedir la perdida de derechos y luchar para mejorarlos, conseguir una sociedad más igualitaria, erradicar el hambre, eliminar la sed, impedir el abuso sostenido y pedir justicia social, luchar contra la corrupción y los corruptos, encarcelarlos, hacerles pagar por el daño producido por sus actos…

Es posible…

Solo con el valor del rescate a los bancos españoles, seria suficiente para eliminar el hambre en el mundo durante bastantes años.

La moderna sociedad en la que vivimos, los gobiernos “elegidos” por todos, prefieren, sin ninguna duda, salvar a los que ya se han puesto a salvo, a quién no lo necesita…

Jose Ramiro, bloguero

2 comentarios:

  1. cuesta entender que a la gente le suponga tanto esfuerzo salir a la calle ante la injusticia evidente. Y tambien cuesta entender el egoismo de muchos que solo salen a protestar cuando les tocan lo suyo (ej: funcionarios). y cuesta seguir al pie del cañón en la calle cuando da la sensación de que nada cambia y tu esfuerzo es inútil. pero no cuesta entender y tenemos más que asumido que los responsables nunca pagarán el pato. El final del siglo XX será un espejismo de lo que pudo ser y no fue.

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  2. La sociedad asume su rol de servidumbre porque de ello ya se preocupan los poderes del estado haciéndonos cada vez más ignorantes con una educación de pésima calidad e inalcanzable para muchos por razones económicas. Dicen que en la ignorancia está la felicidad. Yo digo que es la felicidad de los que mandan, porque la ignorancia del pueblo es el gran aliado de los malos gobernantes.
    Los cerdos son felices mientras los engordan, ignorantes de que su destino es el matadero.

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