miércoles, 15 de agosto de 2012

Fiesta



Los españoles somos de carácter alegre, divertido, festivo y acogedor.

La imagen del país que hemos exportado durante años así lo demuestra. En las tiendas de souvenirs, siempre (aun hoy) les hemos propuesto a nuestros visitantes que como recuerdo se lleven la muñequita con vestido de “gitana bailaora” en posición altiva o una figurita de un toro convenientemente abanderillado con los colores de nuestra bandera embistiendo contra un torero (toreador para los turistas) inexistente. Han sido los símbolos que cualquiera que nos haya visitado tendrá probablemente en su casa como recuerdo indeleble de su visita a España.

Esa es nuestra imagen. La Marca España. Es la que hemos exportado, por la que se nos reconoce en el mundo entero y la que hemos grabado a fuego en las mentes de los viajeros que por aquí han pasado.

En verano, cuando se celebran las ferias y fiestas de nuestros pueblos, es fácil ver señoras vestidas de faralaes y hombres vestidos de corto, encierros con vaquillas y corridas de toros, paseos a caballo y buen vino regándolo todo. Toros embolados, encordados y en cualquiera de las variantes pensadas por el hombre para divertimento de una plebe de mente enfermiza que disfruta del maltrato al animal.

Las fiestas de toros, sea cual sea la variante, que damos por tan española, en realidad es una herencia que nos dejaron aquí los romanos, ya que originalmente era en los anfiteatros de sus grandes urbes donde se celebraban las luchas entre gladiadores y animales. Las plazas de toros no son más que una construcción calcada de aquellos anfiteatros.

Tenían la costumbre (seria por ahorrar, otra de las herencias que ahora está muy de moda) de utilizar las fieras del entorno donde se asentaban y en España, siempre ha sido más fácil encontrar un toro de sangre brava que fieras más exóticas, como leones o tigres.

Defendemos estas fiestas como propias de nuestra cultura cuando en realidad fueron inventadas por otros ya en el siglo II antes de Cristo.

Y el fuego, otro símbolo.

En el mes de junio, las calles, las plazas y las playas de nuestros pueblos y ciudades arden en la conocida noche de San Juan, celebración del solsticio de verano, cuya arcaica finalidad seria dar nuevo aliento al Sol, que a partir de esas fechas va perdiendo potencia y horas de presencia en nuestro cielo.

Dicen que se quema lo malo del año y se le da la bienvenida a lo bueno que está por venir. La Nit del Foc, las Fallas y otras fiestas que se celebran alrededor de fogatas, antorchas, fuegos artificiales, cohetes y petardos son solo una muestra de lo importante del fuego en nuestras tradiciones.


Este año, podemos estar contentos.

Por una parte, a pesar de rechazo cada vez mayor a una “fiesta” donde el maltrato animal es parte de un espectáculo que, y si, ya se que hay quien defiende que el toro no sufre y que ha nacido para ser toreado, siempre termina en tragedia sangrienta, en nuestras fiestas no han faltado ese tipo de celebraciones.

Por otra parte, además de las fiestas de calendario, donde se han quemado “Juas”, Ninots y malos augurios, este año estamos celebrando a lo grande todo lo que tiene que ver con el fuego.

El Sol, si es verdad que recibe su fuerza de nuestras llamas, debe estar contento…

Estamos quemando nuestros montes y campos. Estamos asolando paisajes naturales que difícilmente se recuperarán. Estamos quemando España.

Claro, que es tiempo de recortes y la prevención es cara, muy cara.

En la Confederación de Empresarios, sus lucidos pensantes han dado con una posible solución, y es que proponen utilizar una mano de obra barata, existente, para la limpieza de campos y montes. Una fuerza dotada con los beneficiados por la ayuda de los famosos  400.-€ que, forzado por las circunstancias, el gobierno acaba graciosamente de prorrogar.

O quizás no es eso.

En la costa oriental de la península los focos son coincidentes con el trazado del futuro corredor ferroviario del mediterráneo. En la Comunidad Valenciana, se ha puesto en punto muerto el decreto sobre tierras quemadas que impedía construir en ellas durante muchos años y se permitirá la construcción siempre que sea por el bien común.

Más bien será por el bien de algunas empresas y políticos corruptos, de los que en valencia no carecen, por lo que se permitirá construir al final.

No será por el bien común, pero será lo que comúnmente hacen muchos políticos, que a pesar de estar imputados por casos de corrupción y prevaricación se mantienen en el poder, anclados a las expectativas de enriquecimiento ilícito que les da su función pública. Y si, es verdad que todos no son así, pero tenemos demasiados que si lo son.

Será que existen intereses ocultos para recalificar terrenos, será la presión de las grandes constructoras que ya no tienen donde poner ladrillos o serán los promotores de campos de golf y hoteles de 5 estrellas con spa, instalaciones de lujo para un turismo distinto, que no busca muñequitas ni toros de cartón, que busca lujo y placer, será por eso…

Mientras tanto, mientras arde España, el gobierno entra en disputas dialécticas con las Comunidades Autónomas en una discusión sin sentido culpabilizándose mutuamente de los pocos medios que tienen, Mientras tanto se queman miles de metros de suelo verde y mueren bomberos y voluntarios.

Mientras nuestros paisajes desaparecen y nuestra naturaleza se muere siguen recortando medios y despiden centenares de bomberos.

No pasa nada.

El año que viene, volveremos a ver corridas de toros, a disfrutar de sanguinarios espectáculos, a encender hogueras, a quemar lo malo y pedir por lo bueno, a encender nuestros cielos con enormes llamaradas pirotécnicas...

Y volveremos a tirar cohetes. Eso, a estos gobiernos nuestros se les da bien, muy bien…

Jose Ramiro, bloguero


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Comenta, critica, difiere, discute. Abierto a todo.